Tao Te Ching.
EL TAO.
Si tuviera un profundo conocimiento
avanzaría por el sendero del Tao.
Con la única preocupación
de no separarme de él.
El gran camino es largo y tranquilo,
pero la gente prefiere los senderos tortuosos.
Cuando la corte resplandece, los campos
se llenan de maleza y los graneros permanecen vacíos.
Usar ropas lujosas,
portar espadas afiladas.
Hartarse de bebida y alimentos,
tener más posesiones de las que pueden usarse...
Todo eso alienta el saqueo
y nos aleja del sendero del Tao.
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EL TAO.
Lo que está bien arraigado
no se puede arrancar.
Lo que está bien unido
no se puede separar.
Por eso hijos y nietos celebran
el culto a los antepasados.
Quien cultiva la virtud en sí mismo
obtendrá la virtud verdadera.
Quien cultiva la virtud en el seno de la familia
obtendrá la virtud necesaria.
Quien cultiva la virtud en su comunidad
verá la virtud crecer.
Quien cultiva la virtud en la nación
obtendrá virtud abundante.
Quien cultiva la virtud en el universo
obtendrá la virtud universal.
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EL TAO.
Por eso a través de uno mismo
se conoce a los demás.
A través de la propia familia
se conoce la del otro.
A través de la propia comunidad
se conocen las restantes comunidades.
A través de la propia nación
se conocen las otras naciones.
A través del propio universo
se conocen los otros universos.
¿Cómo sé que el mundo funciona así?
Observándolo.
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EL TAO.
Quien conoce la plenitud de la virtud
es como un recién nacido.
Insectos y serpientes no le pican.
Las fieras no le atacan.
Las aves rapaces
no se abalanzan sobre él.
Sus huesos son blandos, sus músculos delicados,
pero sabe asir con firmeza.
Aunque no ha experimentado
la unión del hombre y la mujer
Es un ser completo,
rebosante de energía vital.
Fuente: Tao Te Ching de Lao Tse