Tao Te Ching.
EL TAO.
El sabio no tiene un espíritu propio,
pues hace suyo el espíritu de los demás.
Es bueno con los buenos
y también con quienes no lo son.
Así obtiene la virtud suprema.
Es leal con los leales
y también con quienes no lo son.
Así obtiene la lealtad suprema.
El sabio es simple y humilde
aunque en el mundo reine la confusión.
Los deseos que agitan al pueblo
le inspiran condescendencia.
_______________________________________
EL TAO.
He oído decir que el que sabe vivir,
no se preocupa de tigres ni rinocerontes.
Cuando camina por las montañas,
ni lleva armas ni escudo.
Cuando se adentra en territorio enemigo,
el rinoceronte no halla donde cornearle.
Ni el tigre donde hendir sus garras.
Ni las armas donde aplicar su filo.
¿Por qué?
Porque no hay lugar en él
por donde pueda penetrar la muerte.
________________________________________
EL TAO.
El origen del universo
es la madre de todas las cosas.
Quien encuentra a la madre
conoce a los hijos.
Quien, al conocer a los hijos,
retorna a la madre, terminará sus días sin peligro.
Quien cierra la boca y guarda sus sentidos
nunca se debilitará.
Quien abre la boca y multiplica sus actividades,
no podrá salvarse.
Ser lúcido es ver lo ínfimo.
Conservarse pequeño es mantenerse fuerte.
Usa la luz para retornar a tu interior.
Eso te mantendrá a salvo.
Eso se llama seguir el Tao.
____________________________________
EL TAO.
El Tao engendra.
La virtud nutre.
El entorno moldea.
Las influencias pulimentan.
Todos los seres veneran el Tao
y aprecian la virtud.
Y no lo hacen por mandato
sino de manera espontánea.
Por eso el Tao engendra todos los seres,
los nutre y los forma.
Los ampara y los acoge,
los cuida y los hace madurar.
Engendra sin adueñarse;
actúa sin buscar reconocimiento.
Lidera sin ordenar.
Ésta es la virtud primigenia.
Fuente: Tao Te Ching de Lao Tse