EL TAO.
Quien se pone de puntillas
no conserva el equilibrio.
Quien anda a saltos
no puede mantener el paso.
Quien quiere ser brillante
no alcanza la iluminación.
Quien busca aprobación
no se distingue.
Quien se vanagloria
no podrá ser jefe.
Para los seguidores del Tao
todo eso son como alimentos en exceso o lujos vanos.
Perseguirlos no aporta una dicha duradera.
Por eso se apartan de ellos.
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Algo misteriosamente formado
existía antes que el cielo y la tierra.
Sin sonido ni forma, permanece único e inmutable,
lo penetra todo y nunca se agota.
Podríamos llamarlo la madre del universo.
Pero desconozco su nombre.
Si me veo obligado a nombrarlo, lo llamo Tao.
Si he de usar otra palabra, lo llamo lo grande.
Lo grande siempre fluye.
Su flujo constante lo aleja sin cesar.
Alejarse sin cesar es volver al origen.
El Tao es grande.
El cielo es grande.
La tierra es grande.
El hombre también es grande.
Hay cuatro grandes cosas en el universo
y el hombre es una de ellas.
El hombre sigue las leyes de la tierra.
La tierra sigue las leyes del cielo.
El cielo sigue las leyes del Tao.
El Tao sigue a su propia naturaleza.
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Lo pesado es la raíz de lo ligero.
La quietud es más poderosa que la agitación.
Por eso el sabio, aunque viaja todo el día
nunca se separa de su equipaje.
Por muchas que sean las delicias ofrecidas a sus ojos,
él permanece tranquilo dentro de sí.
¿Cómo puede un rey con diez mil carros de combate
comportarse ligeramente en público?
Quien actúa con ligereza, pierde su raíz.
Quien actúa apresuradamente, pierde el dominio de sí mismo.
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El buen caminante no deja huellas.
El buen orador no necesita desmentir.
El que sabe calcular no necesita ábaco.
Quien sabe cerrar no necesita candado ni llaves,
y sin embargo, nadie puede abrir lo que él cierra.
Quien sabe atar no precisa cuerdas ni nudos,
y sin embargo, nadie puede desatar lo que él ata.
El sabio siempre conoce el modo de salvar a las
personas; por eso para él no existen hombres reprobables.
Sabe cuidar todas las cosas;
por eso no hay cosas viles para él.
A esto se le llama clarividencia. ¿Qué es un hombre bueno?
Es el maestro de un hombre no-bueno.
¿Qué es un hombre no-bueno?
Es la materia de un hombre bueno.
Quien no aprecia a su maestro, quien no ama a su materia,
aunque cumpla su tarea perderá el tiempo.
Esa es la clave del misterio.