ANDREW COHEN: Aquello que nunca nació
Por tanto, ¿una "perspectiva iluminada" sería aquella en la que veríamos toda nuestra experiencia en un contexto muchísimo más grande?
Sí. Y este contexto más grande se revela automáticamente cuando hacemos el emocionante descubrimiento de que quiénes y qué somos es, más allá del ego personal, un misterio profundo que está libre de cualquier noción de limitación. Un ser humano verdaderamente iluminado expresa espontáneamente esa falta de limitación como su propia humanidad. En efecto, con sólo pasar el tiempo en su compañía podemos despertar a ese mismo misterio, que es también nuestra verdadera y propia naturaleza.
Si nos atenemos a lo que esa persona iluminada refleja, se vuelve obvio que, en nuestra ignorancia, hemos esta-do viviendo en un contexto alarmantemente pequeño. Y vemos sin rodeos que ese pequeño contexto es lo que crea el doloroso sentido de asfixia y aislamiento tan familiar en un estado no despierto. El milagroso descubrimiento experiencial de la perspectiva iluminada libera al instante. Y es en este descubrimiento como nuestra humanidad, por fin, queda libre para manifestar su potencial evolutivo sin inhibición.
AQUELLO QUE NUNCA NACIÓ
En tu descripción del estado iluminado has utilizado unas cuantas veces la palabra "absoluto" ¿Qué entiendes por estado absoluto?
Absoluto significa libre de limitación. Cuando un ser humano experimenta de una manera directa lo que es la iluminación, aunque sea momentáneamente, se encuentra imbuido de una conciencia que trasciende el tiempo, una conciencia que nunca nadó y, por ende, está libre de muerte. Lo digo al pie de la letra. Ese ser humano experimenta lo que es inmortal y en esa experiencia descubre una profunda libertad interior, porque ya no queda fundamentalmente limitado por la condicionada personalidad humana con la que exclusivamente se ha identificado desde que nació el cuerpo.
¿Qué entiendes por "una conciencia que nunca nació"?
Si tú y yo fuéramos capaces de trascender todo el sentido de estar separado, de ser individual dual o único, el estado de conciencia en el que nos encontraríamos sería idéntico. En el reconocimiento mutuo de esa conciencia descubriríamos que somos el mismo Ser Uno. En la conciencia de ese Ser Uno no hay tiempo, ni edad, ni memoria, ni géneros. Allí nunca ocurrió nada y por eso hay perfecta inocencia y, en esa inocencia, la libertad de todo sentido de limitación. De nuevo, esa libertad permanece siempre invocada por algo que haya acaecido.
Así que la razón de que yo haya dicho que la conciencia nunca nació es sencilla: el nacimiento y muerte de un ser humano individual no tiene efecto alguno sobre ella. ¿Lo entiendes?
Sí, creo que sí. A medida que te escucho capto cierto sentido de lo que estás diciendo: un sentido de algo que está más allá de mi identidad personal. A veces, cuando estoy solo, llego a experimentar ese mismo estado, pero lo que siempre sucede es que cuando vuelvo a mis ocupaciones, regresan todos los pensamientos y sentimientos confusos, y me doy cuenta de que soy todavía el mismo ser humano con las mismas preocupaciones egoicas.
Pero, ¿ves?, no estás cuestionando en lo fundamental aquello sobre lo que se basa tu relación con tu experiencia. El estado que describes es muy importante. Ese sentido de algo que está más allá de tu identidad personal es en realidad el Ser Absoluto, que empieza a asomar-se en tu propia experiencia como una realidad tangible. Pero a pesar de esto, todavía no cuestionas tu convicción anterior de que eres la personalidad, el sentido separado del yo que nació en el tiempo.
¿Cómo debería hacerlo?
El misterio de que hablamos está siempre presente cuando nuestra atención se aparta de los interminables temores y deseos del ego. Cuanto más profundamente miremos esto por nosotros mismos, más conscientes seremos de esta verdad liberadora.
Bajo las arenas siempre movedizas de la personalidad humana, se encuentra presente continuamente esa misteriosa hondura de nuestro propio Ser, que no tiene ni principio ni fin. La mayor parte del tiempo simplemente no somos conscientes de esto, porque nuestra atención está perpetua-mente distraída por los miedos y deseos del e'. Pero nuestro propio Ser nunca va a ninguna parte y la experiencia espiritual genuina siempre prueba que así ocurre.
Ahora bien, sí -como dices- todos somos en realidad el mismo Ser Uno, ¿qué le ocurre a nuestra personalidad humana individual cuando nos hemos percatado de esto?
Si somos capaces de permanecer en la realización de ese Ser intemporal sin vacilar, entonces nuestra personalidad se convertirá espontáneamente en un vehículo de la manifestación de ese Ser Uno en el tiempo. El yo individual será imbuido de la presencia de una poderosa y trascendente singularidad y se transformará en una expresión dinámica y viviente de lo que es absoluto en este mundo.
Pero, ¿cómo puede la personalidad ser absoluta? ¡Es única para cada individuo!
¡Claro que la personalidad es única! Hablando dentro de la relatividad, cada individuo es diferente porque llegó a ser en un tiempo particular, en un lugar y cultura particulares. Pero no se trata de esto. De lo que hablo es del potencial que tienen nuestras personalidades únicas para expresar lo que es absoluto, aquello que trasciende las diferencias.
Pero, ¿no deberíamos celebrar nuestras diferencias? ¿No es esto parte de aquello en lo que consiste el ser libres?
La libertad de la que habló, la libertad de la iluminación, versa siempre sólo acerca de la celebración de la ausencia de todo tipo de diferencia. Por eso se trata de algo tan poderoso. Debido a que estamos tan esclavizados por los interminables temores y deseos del ego separado. siempre nos esforzamos por ubicarnos, siempre tratamos desesperadamente de averiguar qué es único en nosotros. El estribillo constan-te de ese ego separado es: "¿Tengo yo algo de especial?".
Pero si queremos ser libres, si buscamos la iluminación en esta vida, entonces las distinciones relativas que existen entre nuestras personalidades no deben ser las cosas más importantes para nosotros. Lo único que debería ser importante es ganar nuestra liberación frente a la voraz necesidad que tiene ego de verse como ser único. Porque, después de todo, esa necesidad de ser único es la esencia de lo que es el ego. Y nuestra liberación de esa necesidad resulta sólo del descubrimiento inequívoco de la verdad de quiénes somos, más allá de la personalidad separada.
Como he dicho, una vez que hacemos este descubrimiento, nuestra personalidad se ve imbuida de la misteriosa presencia del Ser Absoluto. Y, en contraposición a la infinita negatividad, a la estrechez de miras y a los deseos centrados en sí mismo del ego separado, el Ser Absoluto es por completo puro. En ese Ser existe libertad del incesante narcisismo del ego y, debido a esto, existe una liberación extática de la inacabable tensión existencial que constantemente genera.
Así, ¿quiénes seremos y cómo seremos -como personalidades sepa-radas- cuando no tengamos necesidad de vernos como diferentes o especiales en sentido alguno? La respuesta es que nunca lo sabremos. Quiénes seremos entonces, siempre permanecerá desconocido para nosotros. Aquí está lo extraordinario de todo esto, que la parte de nosotros que desea saber, nunca va a poder conocer la respuesta.
¿Dices que nunca podremos saber?
El ego narcisista siempre desea saber quiénes somos cuando nos miramos en el espejo. Pero cuando morimos hacia nuestro Verdadero Ser y reconocemos que somos lo que es impersonal y absoluto, tropezamos con el milagro de la iluminación. Encontramos que el Ser que hemos descubierto es un misterio que no se puede ver con los ojos y no se puede reconocer con la mente.
Y por eso, si deseamos verdaderamente conocer ese Ser, hemos de estar dispuestos a no verlo con nuestros ojos y a no conocerlo con nuestra mente. Si queremos ser libres, tenemos que dejar ir la cosa ,misma que queremos saber para conocerla de verdad. Hemos de estar dispuestos a olvidarnos por completo de nosotros mismos y morir ante ese inaprensible misterio. Y a partir de entonces tenemos que estar siempre dispuestos a vivir en un estado de desconocer, un estado en que no sabemos quiénes somos.
LA RESPUESTA PERFECTA
Andrew, tengo una pregunta sencilla: cómo llegar. La senda hacia la iluminación, ¿es sólo asunto de práctica espiritual diaria?
Bien, si a lo que se aspira es a una conciencia iluminada, entonces la sola "práctica espiritual diaria" nunca será suficiente. Si queremos ser verdaderamente libres, sólo la entrega total, la incondicional, es el camino, la senda y la meta. Al cabo no hay literalmente nada más que hacer sino rendirse. Rendirse por completo. Entregar la voluntad personal a la siempre desconocida, siempre inconcebible voluntad de aquello que ha creado este universo y todo cuanto hay en él, y entonces sólo ver qué sucede...
¿Sólo ver qué sucede?
Sí, pero no olvides nunca que para la verdadera entrega se necesitan agallas, amor e increíble devoción. Más agallas, amor y devoción que cuanto la mayoría estamos precisamente dispuestos todavía a dar. Pero cuando no nos queda otra opción, cuando nos sentimos impulsados a someternos al más profundo anhelo de emancipación que surge de nuestro corazón. entonces nos quedará claro el significado real de la práctica espiritual.
En efecto, cuando la entrega se convierta en el fundamento de nuestra relación con toda nuestra experiencia, el terreno ni más ni menos por el que caminamos, entonces la meditación y la contemplación surgirán espontáneamente como nuestros más íntimos amigos y nuestros más confiables aliados.
¿Cómo definirías la meditación y la contemplación?
La meditación es ese estado de conciencia que se revela cuando no adoptamos ninguna posición con relación al pensamiento. Cuando no adoptamos ninguna posición con relación al pensamiento, el mundo todo y cuanto hay en él, incluida nuestra propia mente, se aparta de nosotros. Nuestra experiencia es de extasiante libertad de fronteras, de encontrarnos bienaventuradamente solos, felizmente perdidos en lo más hondo de lo desconocido.
Y si podemos continuar resistiendo la tentación de adoptar alguna posición respecto al surgir del pensamiento, nos encontraremos en un lugar que es imposible describir con palabras. Un lugar completamente libre. Un lugar vacío de mente y memoria, un lugar de perfecta plenitud y perfecta quietud. Es un lugar donde nunca ha ocurrido nada.
La contemplación es el uso deliberado y enfocado de la mente al servicio de la inspirada pasión de la conciencia despierta. Es el movimiento de una mente que se ha fincado en una profunda entrega. Una mente que ahora aspira con naturalidad a conocer la verdadera y correcta relación con todas las cosas, que siempre se esfuerza para dar un sentido a la inseguridad de la experiencia humana a la luz de la constante revelación de la plenitud perfecta.
Fundamentalmente, el movimiento de la contemplación es un esfuerzo espontáneo, una res-puesta consistentemente evolutiva a la vida en el momento presente.
¿Qué práctica es más importante: la meditación o la contemplación?
Insisto mucho en la necesidad de ejercitar simultáneamente meditación y contemplación. Pero el modo como funciona esto es muy delicado. Para obtener un resultado perfecto hemos, de aprender a practicar la meditación y la meditación de manera e una informe 2 a la otra.
Idealmente lo que esto significa es que cuanto más profunda es nuestra experiencia de la meditación, de la ausencia de relación con el pensamiento, más espacio quedará dentro de nosotros para el despliegue de las revelaciones liberadoras cuando comencemos a contemplar la naturaleza de las cosas.
Pero recuerda siempre que una práctica espiritual que no esté fincada en una sólida cimentación de profunda entrega será virtualmente impotente para iluminarnos. La entrega y la sola entrega es la llave del reino.
¿Y cómo me entrego?
Centra toda tu atención en la dolorosa verdad de tu propia situación psicológica, emocional y espiritual. Hazle frente con una resuelta intensidad hasta que la dura corteza que protege tu corazón comience a resquebrajarse y a abrirse. Luego decídete a desprenderte por completo de tu mente; sencillamente, despréndete, despréndete y despréndete... hasta que no quede nada.
¿Y luego?
Si tienes suerte, aquí termina el cuento.
Y cuando el cuento termine, ¿significa que todas mis preguntas habrán recibido respuesta?
Sí y no. Sí porque en el nivel mas fundamental y existencial tus preguntas habrán quedado respondidas, pues cuando tu corazón se rompa experimentarás un amor inconcebible que transciende la mente y que revelará un impresionante misterio que reside más allá del tiempo. Esa experiencia es la respuesta que nos libera a todos de la creencia fundamental de que hay una interrogante que necesita ser respondida, un problema que requiere quedar resuelto.
Pero verás que al mismo tiempo -y ésta es la parte emocionante-, la increíble libertad encontrada en f misterio nos capacita para empezar a inquirir sobre el significado de la existencia, y esto de un modo completa mente distinto cuánto habíamos podido antes. ¿Por qué? Porque ahora el punto de partida de nuestra investigación es más de profunda convicción que e duda debilitante. Y esto lo cambia absolutamente todo.
Así, desde ese lugar de profunda convicción, ¿cuál es la cuestión más importante que averiguar?
Bueno, es una cuestión muy grande... Es la cuestión constante en torno a la cual gira toda mi enseñanza: ¿cuál es la relación entre nada y algo?, ¿cuál es la relación entre el Ser inmutable, no manifiesto y primordial, y el mundo manifiesto y siempre mudable del tiempo y el espacio?
¿Y sabes la respuesta?
Idealmente, para un ser humano que está plenamente iluminado, la relación entre nada y algo sería una respuesta perfecta.
¿Una respuesta perfecta?
Sí, una respuesta perfecta a la vida. Como puedes ver, eso es en lo que consiste la iluminación. Una respuesta perfecta. Es cuando no existe ya distinción entre la perfección inherente del Ser Absoluto y esa respuesta que es su expresión en el mundo del tiempo y el espacio. La pregunta "¿Cuál es la relación entre nada y algo?" de inmediato apunta a ese mismo lugar de perfección inherente que hay dentro de todos nosotros, y exige una respuesta incluso, si la mayoría de nosotros no nos percatamos de ello, todo cuanto hacemos y la manera como lo hacemos revela lo profundo que es en realidad el conocimiento que tenemos de ese lugar y cuán profundo habitamos allí.
Así que, a la postre, "¿Cuál es la relación e nada y algo?" es la cuestión más importante, porque no sólo nos dirige hacia esa perfección que está más allá de la dualidad, sino que hace que, nos atrevamos a expresar esa perfección como nosotros mismos, de forma que lo interior y lo exterior puedan de veras volverse uno.
UNO SIN UN SEGUNDO
Para que alguien se sienta calificado para dar todas estas respuestas sobre iluminación ha de estar convencido de que está iluminado. ¿Estás iluminado?
Nunca respondo a ese tipo de preguntas
¿Por qué no?
¡No es políticamente correcto hacerlo! Es curioso, ¿sabes?, yo nunca he ido por ahí proclamando que estoy iluminado, pero a pesar de esto he sido acusado de este terrible crimen desde cuando comencé a enseñar. La n de que sea mejor no hablar de estas cosas es que la gente tiende a mal interpretar y hacerse una idea equivocada. Desde luego, si no mecalificado para hacer lo que estoy haciendo, no me atrevería a hacerlo.
Pero no hay razón para que creas lo que yo diga al respecto, s n se trata de algo que vas a poder determinar sólo si llegas a conocerme. Por eso pienso antes de hacer declaraciones audaces. Pienso que si queremos saber de qué está hecho en realidad cualquier maestro —o sea. si es auténtico o no—, la única forma de averiguarlo por nuestra parte es conocerlo.
Por ejemplo, estoy aquí sentado contigo, hablando con un grado razonable de confianza acerca de lo que es absoluto. Y es natural que surjan preguntas como éstas: ¿quién es esta persona?, ¿qué realización espiritual está describiendo?, ¿y qué significa esa realización por lo que hace a su humanidad? Porque, a la postre, sólo la capacidad del maestro de vivir sus enseñanzas nos convencerá de su autenticidad. Después de todo, ha sido este sencillo pero definitivo reto el que muchos que se dicen iluminados han sido incapaces de cumplir.
¿Por qué es tan difícil?
Porque las implicaciones de las cuales estamos hablando aquí son muy grandes. Verás, en un principio la iluminación exige que la persona dé un salto definitivo hacia lo desconocido. Ese salto es la emoción intemporal de dejar atrás para siempre todo el mundo y a cada uno de los que contiene. Es la muerte de todo aquel que tiene una historia personal; es el final de su apego a todo cuanto su identidad histórica representa en el tiempo. Significa decir adiós a la vida tal cual la conoce. Significa que de ahora en adelante estará a solas con su Ser.
Así, éste es el salto y es enorme. Yero una vez que se ha dado el salto, la estabilidad de la transformación depende por entero de permanecer resueltamente en lo desconocido, para no regresar nunca.
¿Qué significa esto? Significa liar siempre en ese lugar misterioso donde la mente no tiene asidero alguno. Significa desear siempre ser nadie, más que desear ser alguien. Y, cosa de suma importancia, significa que hemos entregado cada respiración nuestra al Ser Absoluto y al impulso evolutivo que surge del Ser con un poder milagroso de hacer lo que no se puede hacer y de decir lo que no se puede decir, debido a una causa que no se puede imaginar.
Hay muy pocos que están dispuestos a llegar tan lejos. Incluso entre aquellos que parecen estar interesados en estos asuntos, a la mera hora no están todavía dispuestos a entregarse en la medida necesaria p curra esta clase de transformación total. Y la simple razón de esto es que el grado de humildad que reclama es casi inimaginable.
¿Por qué la humildad es tan importante?
En este profundo salto más allá de lo conocido. el individuo reconoce que su verdadera identidad no es la personalidad separada, sino el Ser Absoluto o el Uno sin un segundo. Y, desde luego, sólo puede haber un Uno sin un segundo. Por eso la humildad es tan importan-te. Porque, a menos que la motivación del individuo sea pura, la tentación de reclamar para el ego la realización de que "yo soy Uno sin un segundo", reclamarlo para la parte de nosotros que quizá desea todavía ser alguien especial, alguien único, será irresistible.
¿Puede el ego alegar que ha recibido la iluminación?
Sí y, por desgracia, lo hace a menudo. Pero si la motivación del individuo es pura, si existe un fundamento de profunda humildad, entonces esa realización no será corrompida por el deseo de la ganancia personal, y esto es en verdad muy raro.
Fuente: Viva iluminación de Andrew Cohen