Tao Te Ching.
EL TAO.
Con un gobierno ligero,
el pueblo se vuelve sencillo.
Con un gobierno severo,
el pueblo se torna malicioso.
La felicidad se apoya en la desdicha.
La desdicha se oculta en la felicidad.
Lo supremo es no dar órdenes,
¿pero quién se da cuenta de ello?
De otro modo,
el orden se convierte en arbitrariedad.
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EL TAO.
La bondad en malignidad,
y la obcecación reina en la vida humana.
Por eso el sabio tiene un espíritu afilado,
pero no coarta.
Es agudo,
pero no pincha.
Corrige,
pero no refrena.
Es brillante,
pero no deslumbra a los demás.
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EL TAO.
Para gobernar a los hombres y servir al cielo
no hay nada mejor que la moderación.
Sólo con la moderación se puede estar preparado
para afrontar los acontecimientos.
Estar preparado para afrontar los acontecimientos
implica poseer una reserva de virtud.
Si se tiene una buena reserva de virtud
no hay nada imposible.
Si nada es imposible
no existen límites.
Sino existen límites
se puede poseer el mundo.
Si poseemos el mundo
entonces duramos eternamente.
Durar eternamente es poseer el Tao.
El Tao es la profunda raíz, la base estable
de la longevidad y la inmortalidad.
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EL TAO.
Un gran país se debe gobernar
como se asa el pescado pequeño.
Si se gobierna el mundo conforme al Tao,
los difuntos no vagan errantes cual espíritus.
No es que los difuntos dejen de ser espíritus,
sino que dejan de tener poder sobre los hombres.
Y lo mismo sucede con el sabio.
Si estas dos potencias no se oponen,
confluyen sus energías y su virtud desemboca en el Tao.
Fuente: Tao Te Ching de Lao Tse